jueves, 14 de junio de 2012

Una pequeña excursión, Mai Chau - Pu Luong

Luego de inactividad por algo más un mes... esta tarde que la he tenido totalmente libre, mientras me refugio en mi habitación del calor que ya castiga la ciudad (no olvidar la lluvia...) disfruto de la actualización de este pequeño blog. Mis queridos amigos, sigo en Vietnam, pero creo que hasta Diciembre.

El comprender finalmente una expresión de alguien, sus sensaciones, es proceso de realización increíble. Comprensión. Hermosa palabra. Poderosa cuando se entiende, se experimenta, sin cuestionamiento alguno, sin juzgar, simplemente se deja. Se experimenta una verdad profunda.

Vietnam no te dá un respiro. No te deja dormirte. No te espera. Debes moverte si quieres entenderlo. Pero es tierra de contradicciones. Hasta en ello es sumamente humana. Entiendo y observo a Vietnam no como una entidad abstracta, sino como un organismo vivo y que se expande, que en conjunto tiene una personalidad única e intensa.

Y deseas salir a verlo. Deseas compartirlo y experimentarlo.

Tres cuarto de su población tiene menos 35 años. Muy jóvenes para recordar la guerra, pero sí vivieron la postguerra. Las persecuciones. La dura etapa del comunismo extremo. Muchos refugiados en algún momento de sus vidas. Quizás 5 años en Hong Kong, o algunos años en Tailandia. Muchos con conexiones se asentaron en EEUU, Australia, etc. Y muchos de ellos ahora han vuelto. Y el fenómeno de Vietnam se hace más y más interesante. El presente de mujeres y chicas mayores de 25/26  o de mi edad es tan diferente en tantos aspectos al mío. Pero estas diferencias se acentúan aún más hacia el countryside.

Quizás estos jóvenes hoy no hacen cola para obtener un cupón de arroz, pero la brecha a la que se enfrentan me generan los siguientes interrogantes: ¿Cuánta libertad puede el Partido Comunista de dar a la generación de la posguerra, sin agitar las demandas de cambio político? ¿Cómo se puede crear anualmente un millón de puestos de trabajo necesarios sólo para dar cabida a los graduados de cada año escolar?

Con dos amigos, hace algunas semanas nos aventuramos a ver algo más de Vietnam. Mas allá de Hanoi. Y con nuestras inadecuadas motos.

Rompí la cadena de mi moto, no es que lo haya hecho a propósito. Pasó en la ruta, cuando me había quedado algo detrás de los chicos. Interesante momento. Sobretodo cuando no hablas una palabra de vietnamita (el ordenar comida y preguntar la edad no cuenta…). Pero esa experiencia me enamoró una vez más de este país y su gente. Aunque muchos días la relación sea un binomio de amor-odio, el viaje removió gran parte la animosidad  que hacia Vietnam y su gente habían brotado en mí las semanas anteriores. Que por supuesto todo era un proceso interno, y poco tenía que ver con Vietnam.

Pero también me enamoro aún más de la experiencia de aventurarse y descubrir (se). Descubrir desde adentro y hacia afuera. Desafiarse diciendo: “Claro que lo puedo hacer”. Esto me ha enseñado Hanoi. Su gente y su nueva gente, aquellos que como yo todavía nos quedamos. A entender cuan posible es que suceda.

Finalmente quienes se convocaron alrededor de mi moto, me ayudaron a llevarla a un taller (ello implicó atarla a otra moto y tirarla…). Una hora luego, estábamos los tres nuevamente on the road.

Inspirational and more. Honrar la vida. Y divertirse. Divertirse mucho. Querer. Aprender queriendo.

La compañía de viaje fue preciosa. Agradezco el haber compartido esto con ellos.
Uno de ellos solo en cree en cosas que puede ver. Pero su mirada no es común.
El otro no se anima todavía a creer. De una sensibilidad extrema, anhelo el día en que pueda verse de la forma en que yo lo veo.

 Pero esta vez hubo algo mas particular. Ojo, es algo abstracto. No digan luego que no estaban advertidos. (Sí, la idea del comienzo era compartir hechos y describir otra área de Vietnam, dejaré que las fotos complete la mirada…)

Entendí que en este viaje estaba visitando y mirando un lugar a través de los ojos de otra persona. De alguien que ya había estado allí. Y que me desafió a darle otra chance (a Vietnam…) Todavía no sabe cuánto me ayudó. No creo que pueda decírselo.

Sonrío en este momento (y lo hacía mientras manejaba) al recordar cuando me decía todas las mariposas que había accidentalmente matado, y yo lo miraba horrorizada. ¿Quién puede ser tan cruel como para matar una mariposa? Es que a lo largo de este camino, miles de ellas rebotaron en mi cuerpo, mi casco, mi moto. Surfeabas dentro de nubes de mariposas.

Esta imagen tonta vuelve cada día a mi mente, y por ello comparto esta historia aquí. A modo de clausura también. Esa simple imagen representa una fe­licidad profunda y real.
Y allí entendí lo que significa mirar a través de alguien más. De cuan intenso puede ser ese compartir.
Es todo más loco cuando lo miras desde la soledad. Pero una soledad en apertura.

Ello implica entender profundamente que a veces alguien se cruza en nuestras vidas, y todo toma sentido. O todo deja de tener sentido en realidad. Y salimos a buscarnos. O a preguntarnos. Y no tiene que ver con esa persona en particular, o esa relación, sino que en ese preciso momento, en ese encuentro había un espejo de por medio. Generó inquietudes. Necesidades.

Yo creo que él también busca algo. Y querría decirle, si lo encuentras, puedes reservarme un lugar a tu lado? Pero he aquí lo contradictorio de la situación. No buscamos ni queremos lo mismo, pero a pesar de ello, la abstracción ha sido pura.

Porque la pureza e intensidad del momento en que daba muerte a cientos de mariposas, me proporcionó cierta realización. Bizarro. Por ello, hoy, aquí en Hanoi, en Vietnam, creo que estoy en el lugar ideal y viviendo el momento que me impulsará hacia un nuevo despegue. Porque aquí todo es hacia adelante.



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